a cada paso dado.
Y evito las esquinas,
las cruces y rosarios,
las pláticas airosas
de los desesperados.
Las súplicas dolidas
de los desamparados
me conmueven por dentro
a cada paso dado,
provocando el dolor
que crece con mi llanto
pues me recuerdan tanto
al viejo inquilino incógnito
peregrino de otras vidas
que a otras tantas transportamos
como fardo pesado, incómodo
del que todos, algún día
quisiéramos, al fin,
librarnos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario