Tan sólo soy
un mar de lágrimas
cuando todos mis
faros en la Tierra
sucumbieron.
Mientras el Sol
repite su juego de la
tarde,
yo busco señales
en los mapas
luminosos e infinitos
que sobre mí
persisten
a pesar de las
derrotas
y las muertes.
No hay nada que temer
mas todo temo:
las sombras y las
luces,
la extraña soledad
en el bullicio…
Y es este corazón
tan vagabundo
quien roto de dolor
apenas puede
seguir sus propios
pasos
por el mundo.
Así, perdido el
rumbo,
intento, en vano,
reencontrar mi camino
por el que voy y
vengo
olvidando cada vez
cómo he venido.
Tan sólo cabe la
esperanza
de que cuando, al fin
parta,
al regresar,
si la suerte me
acompaña,
no habré de naufragar de
nuevo
en este mar de
lágrimas.