Imagen: Miquel Morera Salvadó
En recuerdo de la infancia que sufre el dolor del maltrato.
¡Estate quiet@ ya
niñ@!,
¡No incordies!
¡No te metas en las
cosas
de los mayores!
ÓRDENES ÓRDENES
ÓRDENES
¡Ordena tus cajones!
¡Ponte a estudiar!,
los niños que no
estudian
acaban mal
NIÑ@: ¿Y los que
saben,
adónde van?
No te joroba la NIÑ@ ésta,
la resabihonda,
la mosca muerta…
¡Vaya unas cosas de
preguntar!
Son, los que mandan
en los demás.
En casa manda tu
padre
¿Quién habría de
mandar?
Y en la escuela es el
maestro
el que te debe
ilustrar.
Tú, lo que ya bien
sabes:
¡A obedecer y a
callar!
NIÑ@:¿Y cuándo sea
más grande
Y no vaya ya a la
escuela
Y tú ya no vivas más…
¿Quién entonces
mandará?
Tarde llegó la
pregunta,
Nadie pudo
contestar
Pero fue su
sufrimiento
quien le hubo de
enseñar
que ni en casa ni
en la escuela
se aprende la
libertad
que si bien se
nace con ella
se pierde por
ignorar
NIÑ@: Entonces ¿Por qué al nacer,
no ordenan irla a
buscar?
Porque es como el
arcoiris,
no la puedes
alcanzar,
por mucho que tú
te esfuerces
siempre correras
detrás…
Bastaría con
detenerte,
detenerte y
contemplar.
La niñ@ entornó
sus ojos
sin volver la
vista atrás,
mirando hacia el
arcoiris
se atrevió así a
replicar:
NIÑ@: Pero dentro de
un momento
todo él se esfumará…
No contemples su
reflejo,
mira siempre más
allá.
Comprendiendo sus
palabras,
en aquel preciso instante
detuvo su caminar
y en un lado del sendero
se dispuso a meditar.
Silenciando los mandatos
encontró su libertad.